Primer Premio
Autor: Arq. Pablo Phatouros (CAPBA IV). Equipo: Arq. Hernán de los Ríos (asociado), Arqs. Raúl Allegroti, Nicolás Benedetti, Pablo Polacek y Marcus Riemer (equipo de trabajo); Arq. Emanuel Oliveira, Laura Gutierrez, Ian Welford, Milagros Nuevo, Ing. Carlos Altobelli (cálculo estructural) y Analía Luque (paisajismo). Fotografía: cortesía del autor, Arq. Gustavo Luis Barandiarán.
Ficha
Ubicación: San Andrés, General San Martín, Provincia de Buenos Aires. Superficie del lote: 442.30 m2. Superficie cubierta: 240 m2. Superficie semicubierta: 100 m2. Fecha de finalización: noviembre, 2022.
Memoria
Esta es la memoria de la obra para nuestra casa; la casa más fácil y difícil del mundo. Aquí los pensamientos proyectuales, como nunca antes, se vieron mezclados con los recuerdos, con las necesidades bien presentes y con los sueños e ilusiones más bellos. Como nos comentaba el filósofo Gastón Bachelard en su libro “la poética del espacio”, una casa está basada en datos o registros de 3 tiempos distintos; el pasado, el presente y el futuro y entre esta mixtura distorsiva se proyectó CASA PHANY. La casa se sitúa “entre medianeras”, en un doble lote irregular de 17,32 x 26 mts., en el barrio parque de San Andrés, a metros del Golf Club del mismo nombre, del Partido de San Martín, Provincia de Buenos Aires. La equilibrada conjunción entre funcionalidad, sistema constructivo y estructural y el lenguaje arquitectónico determinado por estos, prima como en cada proyecto que hacemos, pero en esta oportunidad la expresión formal de la misma adquirió una preponderancia especial. La pisada de la casa toma registro de las casas vecinas, se posiciona sobre línea municipal hacia la medianera izquierda y se retira llegando a la medianera derecha. En este desplazamiento se produce el patio y semicubierto de acceso. Toda la planta baja con las áreas sociales se estira hasta tomarse de las medianeras con su estructura conformada por losas y vigas invertidas de hormigón visto. El perímetro del lote se reconoce en toda su longitud, recorre la casa por dentro y por fuera, y el terreno se aprecia más grande aun por las vistas diagonales generadas. La sucesión de patios, semicubiertos y espacios cubiertos conforman un gran número de situaciones, con una variada iluminación natural y ventilación cruzada. Si bien, toda la casa se reconoce en estas vistas, esto no altera la independencia, la pertenencia y escala de cada lugar. El cuerpo superior de la casa, pertenece al mundo privado de la familia y se manifiesta como un prisma bastante regular e íntimo que se separa de los bordes medianeros. Esto configura una respuesta formal que le imprime a la casa una distinción en un barrio de tejido hoy bastante abigarrado, pero con destellos de lo que fue con sus caserones más antiguos e imponentes. Para lograr una mímesis con los colores, las texturas y las formas que priman en el barrio, se optó por un techo inclinado al frente, que originalmente se pensó materializar con las tejas de demolición pero que finalmente terminó siendo de losa cerámica recubierta como todo, con ladrillo visto. El ladrillo entonces se convierte en la envolvente del volumen superior por excelencia; con su calidez, con sus variaciones, con sus imperfecciones, tratando de mantenerse erguidos, completos, sin traba, para que se entienda que solo revisten, “siempre de a muchos” como decía Bucho, pero sin talón de apoyo en los dinteles de los vanos, desobedeciendo las enseñanzas del maestro por ese espíritu un poco manierista. Para regularizar la volumetría de este prisma superior, se envolvió el patio central con una traba del mismo ladrillo cribado que permite el paso de aire y de luz y la misma traba se extendió para cubrir la fachada del contrafrente funcionando como un parasol y corta vistas de las casas vecinas. La diferencia entre la superficie más amplia de planta baja y la de menor medida de planta alta, se utilizó para crear tres jardines elevados contenidos en las vigas invertidas, algunos fueron tratados como huertas y otros como terrazas de contemplación. Estos espacios verdes envuelven el volumen ladrillero y lo llenan de aromas, colores y vida. Si me preguntaran que palabra define nuestra casa creo que sería “Equilibrio”, esa sería una palabra justa. Equilibrio entre el pasado y el presente, entre lo abierto y lo cerrado, lo liviano y lo pesado, entre lo frio y lo cálido, entre lo se extiende y lo que se contiene, entre la función y la forma. Todo puesto en equilibrio para conformar la casa más linda del mundo.
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